Friday, February 12, 2010

Busy in the blissful unaware

Lo que me costó levantarme hoy a la mañana. Con un frío de la puta madre (-9°C) y un día largo por delante, uno tiende a levantarse y decir: "pero qué día de mierda." Hace ya dos noches que vengo teniendo sueños sin sentido pero muy claros; al levantarme no me olvido de ningún detalle, cosa que no suele pasar.

Los sueños se llaman "sueños" por alguna razón. Están ahí, pero no están ahí. Todo sucede dentro de nuestras cabezas. Pero está bueno. Es como mini-escape de la realidad, en donde nada tiene sentido, nada importa. Aunque, a decir verdad, es como un arma de doble filo. Incontable veces soñé que estaba con la persona pefecta, en el lugar perfecto, y en el momento perfecto. Pero por más que quisiera seguir soñando, la mañana eventualmente me despierta. O la tarde. Depende de la época del año (es increíble la diferencia que hay entre la época de clases y las cortas semanas de vacaciones). También están esos sueños en el que caigo a la nada, y cuando impacto contra el suelo, me despierto bruscamente. Lo malo de las pesadillas son las pesadillas en sí. Lo bueno de las pesadillas es el alivio profundo que uno siente cuando se despierta. Mientras más intenso sea el sueño, más profundo es el sentimiento al despertar (ya sea decepción o alivio).

Éstos son días en los que nada pasa en la realidad. Absolutamente nada. No lo clasificaría como aburrimiento, por que generalmente estoy tranquilo cuando todo está como debería estar. Pero llega un momento en el que ya no siento nada, simplemente por el hecho de que nada interesante pasa. Y cuando no siento nada, y me pasa algo fuera de lugar, por más mínimo que sea, siento que caigo a lo profundo del abismo.

To be continued... maybe.

C.

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